La Terapia Racional-Emotiva es también una de las terapias que manejamos con éxito. La consideramos, por nuestra experiencia, la complementación ideal a la Terapia Cognitivo-Conductual (TCC) ya que (al igual que la citada en último lugar) es un tipo de terapia que persigue y se basa en una aplicación científica, de debate empírico, racional y lógico pero además busca adaptarse a las particularidades emocionales, circunstanciales o de personalidad de cada paciente, por lo que deja claro que además de ser un método científico no deja de lado la flexibilidad que seguro se presentará de las diferencias individuales. En ese sentido, trata de ser tremendamente respetuosa y en su trabajo calificará las conductas (erróneas o acertadas) pero no a las personas o su valía, tratando de que cada paciente siga un proceso de cambio pero también de "autoaceptación".
La Terapia Racional-Emotiva basa sus estrategias, pautas o herramientas en el modelo ABC. Donde la explicación resumida es la siguiente: A, son los sucesos, situaciones o circunstancias que nos ocurren cada día a partir de las cuales el paciente desarrolla B, pensamientos/interpretaciones/creencias y ello resulta en C, consecuencias emocionales/hábitos. El psicólogo y el paciente deben servirse de la terapia para desentrañar que pensamientos, creencias, emociones o hábitos así como exigencias absolutistas son disfuncionales, irracionales o desadaptativos y llevan al paciente a sufrir o a alejarse de su equilibrio y bienestar. A partir de su identificación, el trabajo consistirá en desaprender lo equivocado e ir sustituyendo por aprendizajes nuevos más funcionales y saludables (sería la parte D). Todo ello implica y consiste en que el paciente va cambiando su filosfía de vida y forma de ver/estar en el mundo.
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